¿Método moderno de terapia o remedio casero pre-científico?
Los baños, las compresas y las fricciones pertenecen desde hace milenios al tesoro de productos terapéuticos de todas las culturas. Recién con el advenimiento de la medicina basada en el método científico-natural fundada en el siglo XIX, ellas quedaron al margen del espectro terapéutico. Los fundadores de la Medicina Antroposófica, a diferencia de la tendencia de la época, integraron esta forma de tratamiento ya en 1921 como una parte completamente válida en su arte del curar con base en la medicina científico-natural que estaban desarrollando. Con ello renovaron un método de terapia que en los últimos años ha experimentado un renacimiento también en el ámbito clínico en que domina la ciencia natural. Por las peticiones persistentes de muchos pacientes que desean una terapia complementaria con medicamentos "naturales", se ha comenzado a investigar científicamente la eficacia en las aplicaciones externas. Incluso los mismos pacientes se informan al respecto, y de este modo las aplicaciones externas se han establecido firmemente en el ámbito de la automedicación, especialmente en caso de dolencias menores, pero que pueden afectar considerablemente al bienestar.
Aplicaciones externas en la Medicina Antroposófica
La práctica de la Medicina Antroposófica va más allá del enfoque del naturismo y de la automedicación. En la Medicina Antroposófica se utilizan las aplicaciones no sólo para aliviar dolencias agudas o crónicas sino también con el objetivo de apoyar a la terapia con medicamentos o con terapias artísticas. Precisamente en casos resistentes a la terapia ellas otorgan con frecuencia un impulso decisivo o son precisamente el factor curativo determinante en el tratamiento. Se usan sustancias provenientes del reino mineral como cuarzo, azufre, cobre u oro. Estas son diluidas en agua, aceite o son preparadas a base de un ungüento para su aplicación. También se aplican sobre la piel extractos de manzanilla, árnica, milenrama y muchas otras plantas medicinales. No menos importante es la fuerza curativa de ciertos productos de origen animal o alimentos que también se usan en forma externa como por ejemplo el requesón y la miel.
Fuente: Rolf Heine, 2009, www.vfap.de